sábado, 21 de noviembre de 2009

*6*





Charcos.

Un conjunto de nubes grises alborotan mis sentidos. Como cuando niña.
Lo miro todo, hasta ese puntito que casi no se deja ver. La ventana es un imán que me atrae y me deja con los pies adheridos al piso.
Tengo ansias de ser espectadora de ver el llanto del cielo.
Una. Dos. Cientos. Infinitas gotas jugando a caer y juntarse todas en una.
La ventana se abre y una brisa húmeda me invita a saborear aromas a tierra mojada.
Y salgo. Dejo que llueva en todos mis sentidos y volver a ser una niña. Chapoteando y coloreando mis zapatos blancos. Saltar y saltar hasta obtener una gotita de barro en mi nariz.
Ya no soy tan pequeña y aun así conservo esa necesidad de abrir mis brazos y girar girar chorreando felicidad ingenua, perfecta, descomunal al dejar jugar la lluvia entre mi cara.
Llueve lento y sin pausa lo justo como para que pueda derramar todos mis males fuer de mi.

;;