miércoles, 25 de noviembre de 2009

*8*


¿Hay algo más lindo que saber que al final del día
alguien te espera?
Alguien que te ama y principalmente
amas con locura.

historias breves

fotografía de grafito

Como quien se sienta a esperar la llegada de un milagro prometido. Ana se acomodo con los ojitos cargados de un ramito de ilusiones. Dejo pasar las distintas caras de un mismo cielo. Deshojó las horas de quien sabe cuantos días.
Ana pertenecía a ese conjunto de personitas que apostaría todo por lo que ella estimaría que es su gran buen amor. Ese amor que no siempre le había jugado con las cartas a su favor. En su haber tenía más partidas perdidas que ganadas. Pero aquellas en que pudo saborear el gustito dulce de la felicidad lograban llenar los cuadraditos de esa especie de rayuela con la que le gustaba darle forma a su vida.
Dos , tres saltos bien logrados. Equilibrio, satisfacción. Un brinco mal dado y todo volvía a comenzar.
Pero esta vez era tan distinto. Como si su interior se hubiera colmado como nunca antes. La entrega había sido inmediata y ni hablar de su rendición. Ella no era de caer así como así en los descalabros de miradas primerizas. Se veía a si misma como una mujer capaz de decirse stop en el momento indicado. Perder la cabeza no era lo que más la distinguía, no porque no sintiera ganas de haberla entregado en bandeja servida. Era por ese amor propio que había logrado hacer crecer a fuerza de golpes y malos pasos.
Sus manos eran blancas y pequeñas, su cabello era dueño de un color ceniza que ondeaba como caminitos por su menuda espalda. Frágil solo a primera vista.
El viento jugueteaba con sus aros tornasolados, su cabello danzaba hasta cubrirle la mitad de su rostro situación que la ponía particularmente incomoda. Dejaba de lado su carpeta de dibujo y se colocaba un lápiz de color entrelazado sus cabellos. Y se caía voluntariamente en el impulso que le daban sus musas. Observaba un instante el horizonte y como si su mano se moviera de modus propio comenzaba a danzar sobre el papel y le daba vida a una a un par de pupilas. Sus ojos se posabas sobre ellas, por minutos a veces cortos otros significativamente largos, buscaba en su memoria cada rasgo, cada línea para poder recrearlas como se debía. O más bien como ella quería apreciarlas.
Era amante de los dibujos en grafito. Adoraba las luces y sombra que lograba adquirir un boceto con sus viejos lápices.
Habitualmente sus dibujos eran paisajes tanto salidos de su imaginación como los sencillamente cotidiano. Un árbol vistiéndose a comienzos de septiembre, un día de nubes furiosas que solo secuestraba a sol de enero. Un gorrión posado en el banco de una plaza. Todo era bueno y útil cuando ella lograba captar su magia interna.
Esta vez estaba decidida a componer su mejor retrato. El solo echo de pensar que no podía hacerlo la molestaba enormemente, el rostro de Julián estaba instalado en sus retinas como una fotografía. Ella siempre se tomaba momentos para observarlo, conocía cada uno de sus rasgos. Sus gestos. Sus manos molestas. Sus ojos picaros cuando guardaban una sorpresa. Y ese instante cuando se mordía su labio inferior al leer la hacía simplemente disolverse de amor.
Julián estaba terminando sus estudios de filosofía. Tenían tardes en las que se internaban en largas y discutidas hipótesis de vida. Los blancos perfectos para ella eran a veces grises para él. Se bombardeaban con teorías diversas. Cuando todo parecía llegar a un nudo ciego imposible de desprender algo los dejaba en un punto donde podían conciliar sus idas. Se tiraban largas horas a ver pasar las nubes. Una costumbre rara para muchos, pero mágica para ellos dos.
Tenían gustos tan disímiles como similares. Eso quizás era lo que hacía de su union algo que rozaba lo perfecto.
Ana había volcado toda su vida en las manos de aquel ser de ojos que disponía el tiempo, que hablaba muy poco y pensaba demasiado. Sus manos siempre estaban como extrañándose entre si y estaban en un continuo entrelazar. Un tic que ella había querido corregir pero al que se había rendido a las primeras veinticuatro horas de conocerlo.



continuara...

*7*










Mírate y mírame
Donde fue que nos perdimos.
Vos tan en vos mismo
Y yo
Yo tan perdida en vos.

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